Poco después de adquirir el Schloss Landsberg en 1903, el empresario alemán August Thyssen decidió encargar al escultor Auguste Rodin un conjunto de siete esculturas para ser instaladas en el denominado “jardín de invierno” del castillo, estableciendo a partir de entonces una estrecha relación epistolar con el artista francés. La instalación en la denominada sala Rodin del museo recrea de alguna manera esa ubicación original para la que fueron realizadas las esculturas.
Salvo una de ellas, que acabó en manos de otra rama de la familia, este conjunto de esculturas fue heredado sucesivamente por el hijo de August Thysssen, Heinrich (1875-1947), y por su nieto Hans Heinrich (1921-2002), los verdaderos creadores de la colección que hoy conocemos y que en su mayor parte alberga el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.